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Buenos días!- Saludé en tono amable a una mujer sentada dentro de un módulo de información en la sala de entrada de la subdelegación del Imss en la ciudad de Chihuahua.

-¡Buenos días! ¿En qué puedo servirle?- contesto y preguntó amable la dama.

Mi semblante se tornó optimista ante la esperanza de ser al menos bien atendido mientras manipulaba las hojas con mis datos generales guardadas en una carpeta, suponiendo que me serían requeridos. Y me solté:

-Vengo a solicitar el informe de mis semanas cotizadas, solo que en una  anterior vez me indicaron ustedes que hay dos números registrados con mi nombre y me pidieron entonces que rellenara un formato, detallando de los días, meses y años en que ingresé y salí de los distintos empleos con Imss que he tenido desde 1974 a la fecha. Debo decirle que, de acuerdo al otro número que tengo registrado a mi nombre, ése corresponde a una clínica de la ciudad de Durango y en efecto, en esa ciudad laboré durante el verano del 1989, en una empresa periodística cuyo producto –el periódico- se llamaba Cima…

-¡Permítame, permítame..!- Me interrumpió ya en otro tono de voz para cortar de tajo mi perorata y tomando una hoja con un formato casi ilegible por las tantas veces que ha sido copiado, con “un papelito” de requisitos grapado en la parte superior izquierda de la hoja, la extendió ordenándome:

-Anote los datos de los trabajos que ha tenido y con esos requisitos preséntese para tomar turno de las 8:30 de la mañana, de lunes a viernes…-

-Precisamente es lo que quiero decirles, que ya tengo el dato que necesitan, que trabajé en Durango en esa fecha, en una empresa periodística que cuya razón social no recuerdo…

-Pues entonces no se va a poder hacer nada, si no se acuerda de los patrones que ha tenido, no podemos hacer el trámite- Volvió a interrumpirme, ahora sí ya con gestos y tono de impaciencia.

-¡Oiga, pero espere! Le estoy diciendo que el número que tengo duplicado tiene su origen en la ciudad de Durango, en el verano del 1989 y la verdad de poco me sirve la unificación en las semanas cotizadas porque solo estuve tres meses…

-¡Llene el formato con los datos exactos y traiga los requisitos en original y copia, de otro modo no vamos a poder hacer nada!- Me dijo tajante, interrumpiéndome de nuevo y advirtiendo:

-¡Que no le falte ningún requisito porque tendrá que volver otro día!

Leí “el papelito”: Original y copia de acta de nacimiento, Ife, Curp reciente (sin recortar ni enmicar) y comprobante de domicilio reciente (3 meses o menos); también cualquiera de los siguientes documentos de número de seguro social: Hoja rosa, tarjeta de citas, alta del patrón, recibo de pago o gafete de trabajo. Revisé en la carpeta: No llevaba ni el acta de nacimiento ni el comprobante de domicilio y tampoco alguno de los documentos para autenticar el NSS o número del seguro social, aunque tengo un certificado o algo así expedido por el mismo Imss el 30 de abril del 2018, donde aparecen todos mis datos incluyendo el NSS.

-Mi acta de nacimiento más reciente tiene dos años de expedida- le aclaré.

-Esa le sirve- dijo a secas.

-El único comprobante de mi NSS que tengo es este certificado que ustedes me proporcionaron, ¿Valdría?

-No sé. Tiene que preguntar.

-Bueno, en vista de que la burocracia y la intolerancia se imponen apenas en la entrada de esta subdelegación, déjeme le planteo otro caso. Viene conmigo una persona que requiere recuperar sus fondos de afores y le piden que lleve una carta negativa de pensión, pero solo trae anotado en una tarjeta su NSS…

-¡No! ¡Igual, que venga temprano a tomar turno y con los papeles!- Volvió a interrumpir, reclamando además como insultos “burocracia” e “intolerancia”.

El encabezado del formato en mención dice: “V. Datos de la historia laboral (iniciando con el patrón que lo inscribió por primera vez). Tenía yo 15 años cuando mi primer empleo regular, producto de una beca que como estudiante he hijo de minero otorgaba esa empresa –que si recuerdo su razón social-. No recuerdo el día de ingreso, debió ser iniciando  julio del 1974; tampoco recuerdo el día de la baja, debió ser a finales de agosto se ese año.

Bueno, al final de cuentas, a como lo exige la incongruente política burocrática del Imss, por no haber nacido con el portento de memoria que nos permita recordar fechas precisas de altas y bajas de los distintos trabajos que hemos tenido en los últimos 45  y 48 años, respectivamente, mi compadre y yo no tenemos esperanza de la carta de negativa de pensión para él, ni de la corrección de datos para saber las semanas cotizadas para mi.

Aterra pensar que los empleados “gutierritos” de ese instituto –que no son pocos-, suponen que uno es idiota por no recordar «tan recordables» datos; pero má aterra saber que la pensión, el futuro de miles de personas de la tercera edad beneficiaras del Imss, está en manos de la tozudez burocrática indolente de ese tipo de servidores públicos.

reynaldo@elmejor.com.mx