El Caso Duarte y el Síndrome Eufemia

Se crea el instituto para devolver al pueblo lo robado, bien. Se pide bloquear las cuentas de César Duarte en presunción de lavado de dinero, bien. Aún estamos en la etapa en la que cualquier cosa que se haga contra la corrupción política endémica en el país se tiene como un buen paso adelante. Decir lo contrario sería un exceso.

Pero falta, falta mucho para que la sociedad mexicana y la chihuahuense vean como una realidad el combate a la corrupción y su desaparición como el cáncer que corroe a la república.

Mientras continúe la impunidad, la corrupción estará presente y se reproducirá, pues no basta declarar altas intenciones de moralidad pública para que la misma desaparezca. En esto, los hechos son los que hablan, las palabras son accesorias.

El ejemplo de César Duarte y Jaime Ramón Herrera Corral es más que aleccionador. Desde finales del año 2014 duerme un voluminoso expediente en el órgano encargado de ejercitar la acción penal, ahora se llama Fiscalía General de la República, y a través de esta lente lo que se puede ver es la ausencia de voluntad en el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador para concretar acciones que la ley obliga.

Inútiles han sido las gestiones ante la Presidencia de la república, ante la Fiscalía General del país. La justicia federal ha resultado lenta y tortuosa y no se ve para cuándo se le dé la obligada alternativa que merece ese expediente, que desencadenó la caída de esa tiranía corrupta y corruptora.

A tal grado llegan las cosas que las dependencias federales muestran un desinterés superlativo, ya que ni se toman las mínimas atenciones que las leyes obligan ante el ejercicio del derecho de petición. Contra una práctica inveterada, ahora los funcionarios ni las cartas contestan. Es el síndrome de Eufemia.

Mientras esto pase, se podrán crear institutos, bautizar bienes y regiones, congelar cuentas tardíamente, diferir extradiciones para demostrarnos que en este país no pasa nada.

No se dan cuenta los altos funcionarios que esto es contemporizar con la corrupción y la corrupción es terca y los puede alcanzar.

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