El portal www.porlalibre.com.mx, denunció que el funcionario estatal de Chihuahua, Irving Rafael Loera Talamantes, “acudió a una plaza comercial ubicada en la calle 1 de Mayo, y en un evidente acto de prepotencia, se estacionó en la vía de entrada y salida a la plaza”.

En su edición, el periódico digital califica al empleado “como un verdadero gánster, el niño consentido de Gobierno del Estado”, pues “dejó su camionetón detrás de todos los vehículos que estaban ocupando cada uno los cajones de estacionamiento, y aunque dejó a un chofer en la unidad, el estorbo innecesario fue enorme”.

Pues bien, sobre el susodicho funcionario -estimado lector- se sabe cobra por “asesorar” en el despacho de la gobernadora, para lo cual le crearon la Secretaría de Desarrollo Humano y Bien Común porque, corre el rumor, es cónyuge de una muy allegada colaboradora de la titular de El Ejecutivo estatal.

Y sí, el tipo no goza de fama por su eficiencia laboral, sino por su prepotencia en el trato y la arrogancia desplegada sobre sus compañeros de trabajo, presumiendo día a día que él será ungido por la gobernadora como candidato panista a presidente municipal de Chihuahua, por encima del fiscal César Jáuregui y la diputada María Angélica Granados.

¡Óilo pues!, dijo el mariachi.

Para nada es este el primer acto prepotente del aludido, pues está usted para saberlo y yo para contarlo. Resulta que en la ciudad, en la colonia La Concordia, desde el siglo pasado sus habitantes festejamos las Fiestas Patrias con bailes, juegos, competencias, comida y el popular Grito de Independencia.

Antaño el Grito corría a cargo de algún personaje representativo del poblado, dígase el director de la escuela, el comisario, a veces el cura en turno, el decano del pueblo, etc. Pero de un tiempo a la fecha, dizque porque el Municipio patrocina el evento, es un representante del gobierno quien acude a gritar la arenga hidalguense, ¿y qué cree? Sí, ya en dos años seguidos lo han mandado a La Concordia como representante del Gobierno, como jefe del presídium de la Plaza, donde se siente soñado y que no cabe el señor en el templete junto con sus invitados.

Resulta que en el Grito antepasado (2023), “El Loerilla”, como burlonamente le llaman en los pasillos del Palacio, seguramente para ganar bonos en su búsqueda de la alcaldía, tuvo la ocurrencia de incluir entre los héroes que nos dieron patria, los “vivas” a Maru Campos y a Marco Bonilla.

Como el derrapón no pasó desapercibido en las benditas redes sociales ni en las picantes columnas, seguro le llamaron la atención, tan así que en éste último grito estuvo modosito, bien portado y sin la botella de Don Julio blanco sobre la mesa.

En todos los grupos, pero en especial en las administraciones gubernamentales hubo, hay y habrá quienes se marean en el primer escalón. El jefe siempre llega con su séquito de aduladores, sus “compas” de la escuela, sus “secres de confianza” y con los peores: Los peligrosos recomendados de Sutano, Fulano y Perengano. ¡Esos suelen ser los arrastrados!

No, claro que no escribo al vuelo. Personalmente no conozco al funcionario, de sus prepotencias sé por publicaciones, comentarios y videos y por los “runrunes” cortesanos del mundillo sexenal.

Ayer fue el adular en un acto cívico, hoy fue obstruir cajones de estacionamiento y mañana… ¡Naaaa! Como en su poema lo dice Carlos Rivas Larrauri: …no pasa del corredor! /Reynaldo Domínguez Maro