No Hay Cama Vacía

Más que desesperante y frustrante, cuán humillante resulta para un enfermo “beneficiario” de alguno de los servicios de la salud pública, hacer cola por días y hasta por semanas para acceder a una cama en sala de internado.

La demanda de la salud pública en el país se ha vuelto caótica y raya en eso, en lo humillante, cuando el paciente enfermo de lo que sea, debe no solo hacer fila para conseguir una cama, sino hasta pelear para defender el lugar que le toca en la fila.

Ahí, en las salas de ingreso de los hospitales públicos del país del Imss, del Issste, de Pemex y aquí, en Chihuahua, de Pensiones Civiles, Servicios de Salud e Ichisal deben sumar decenas de miles los pacientes que requieren una cama, un lugar en las salas de internamiento para recibir los tratamientos conducentes a recuperación de su salud.

Aparte de las personas que esperan su ingreso a un hospital están los pacientes de las áreas de urgencias, que postrados en camas, camillas y sillas, dispersos en salas y pasillos, esperan también se desocupe una cama para ser “subidas a piso”.

Para hablar de ello, como se suele decir, hay que estar o haber estado ahí. En lo particular no he sido paciente de piso de ningún hospital público, pero por distintas circunstancias familiares, amistades y de trabajo, se puede decir que algo conozco de la problemática que aqueja a dichas instituciones y que afecta directamente al malnombrado “beneficiario”.

Al menos, en la ciudad de Chihuahua, en los nosocomios Morelos, del Imss y Hospital General, del Sector Salud, la atención a los pacientes de piso o de sala, en lo general resulta buena; aunque si nos vamos a las condiciones inmobiliarias y mobiliarias, comparadas con hospitales privados, la distancia se antoja abismal.

El presidente López Obrador ha repetido que está al tanto de la problemática para la asistencia a la salud pública. Y en parte es cierto: Afirma conocer a fondo –y que por eso resolverá el problema- del criminal desabasto de medicamentos en todas las instituciones públicas del país. Sin embargo, si no conoce la problemática del sobrecupo, si los gobiernos federal y estatales no apañan, a la de ya, la creación de empleos con la creación de más camas de hospital, de más consultorios y más centros de especialidades, el caos en la atención de la salud pública seguirá y seguirá por mucho que resuelvan el abasto de medicinas.

En el Estado de Chihuahua van mal las cosas y poco hacen unos u otros por ofrecer soluciones. En lo que le toca gobierno estatal, pues basta ver la inconformidad manifiesta en los empleados afiliados al inoperante Instituto Chihuahuense de la Salud (Ichisal), donde tienen afiliados todos los empleados sin base laboral nada más para que si diga que por ley éstos cuentan con servicio médico. Si en el Imss, el Issste y el Sector Salud, la existencia de algunos medicamentos son meros cuentos y leyendas, en esa dependencia del gobierno de Chihuahua, los medicamentos, todos son cuentos y leyendas.

En el caso que ocupa el tema, en los primeros dos días de esta segunda semana de mayo, con todo y su padecimiento a cuestas, uno de mis hermanos guarda filas a media lista en el Hospital Morelos del Imss de Chihuahua en espera de una cama.

Qué lejos están aquellas buenas condiciones del hospital donde Carlos Spaventa se inspirara para componer su famoso tango “La cama vacía” que, aunque en su letra dice que la cama se desocupo no por el alta del paciente, al final de cuentas estaba vacía; había camas vacías. Si el mismo Spaventa se inspirara hoy en cualquier hospital del sector público mexicano, seguramente escribiría en sus versos: “No hay cama vacía”.

reynaldo@elmejor.com.mx