¡Viva la Industrial! ¡Los Convers, el Invento de la Humanidad!

Los tenis Convers eran para mi lo más chingón que había inventado el ser humano; de plano.

Mi niñez, juventud y unos años de adulto, los viví en la colonia Industrial; por tradición histórica el barrio más fregón de la ciudad de Chihuahua durante muchos años.

La historia a relatar se remonta a una vez venía de la casa del Peludote de La Paz, ya noche, solo. Me habían platicado que había una persona muy respetada por la colonia

industrial llamado el Cuacuas, se decían cosas temibles y temerarias; esa noche me lo encontré en la oscuridad y me dijo con voz muy gruesa, o al menos así recuerdo:

-¿Tú que chingados?- Y en su mano derecha brilló a la luz de la luna lo que primero pensé era un cuchillote de la cocina de su mamá, con el que cortan el pavo en Navidad cuando todos felices celebran.

¡Nel, no salí a madre! ¡Salí en chinga, volando a perderme! Subí la loma, sin voltear para nada y la bajé dando vueltas en las esquinas usando las paredes como peralte, en curvas por arriba de los marcos de las puertas.

Los Convers, los tenis de alto rendimiento me habían salvado de las garras del

Cuacuas. En un minuto de los de antes llegue a la casa respirando agitado: Ah, ah, ah, ah, ah, ah, ah…

Mi mamá me vio y me preguntó, con ternura:

¿Pues qué chingados traes? ¿Robaste, verdad cabrón?-

Le respondí que no, que me venía persiguiendo el Cuacuas.

-¡Como serás cu..!- me espetó.

Qué bueno que todavía no existía el YouTube, si no estaría peor de alucinado. Yo no podía hablar, solo sabía que estaba a salvo.

Ya con calma me dirigí hacia el refrigerador, saqué cuatro huevos, los freí en torta y los engullí empujándolos con un vaso grande de leche. Luego volvió mi amá y me preguntó pues cuántos huevos había usado.

-¡Cuatro, amá!-, le dije.

-¡Pues aquí había siete!- me aclaró y se fue.

Ahí me dejó ahí mascando mi aventura, ya me sabía diferente.

Con el tiempo el Cuacuas y yo nos hicimos compas, pero nunca le dije que lo del cuchillote de su mamá.

Cierta noche me acosté a ver los mapas del cielo de mi cuarto, y antes de dormir le di un beso a mis tenis Convers, los de alto rendimiento y amanecí con comezón en la boca… por lo del pie de atleta, seguro.

Nací el 27 de diciembre de 1957, en chihuahua Chih., México y crecí en la colonia Industrial, la calle Michoacán.
Mi papá Jesús Delgado Hernández, carpintero, bohemio y ferrocarrilero.
Mi mama Margarita Morales Macías, enfermera.
Mis hermanos: Clara Margarita Ríos Morales, Miguel Agustín Ríos Morales, María Gerarda Burciaga Morales, María Del Carmen Delgado Morales, Jesús Delgado Morales y pos yo Roberto Delgado Morales.

Mi idea es escribir un libro donde se plasmen lugares, viviencias y personajes de la colonia Industrial. Este es mi correo: tengoclima@gmail.com

reynaldo@elmejor.com.mx